domingo, 14 de marzo de 2010

CREADOR Y SER

Aún me place soñar con lo más sencillo. Sobre todo cuando se compara en la mente, como se vive y como se vivía pocos años atrás.

La angustia por vivir es igual de intensa en una etapa o en otra de nuestra vida. Sólo apreciamos los cambios fuertes, para o bien o para mal, cuando se quedan atrás.

La base que se me ocurre para pensar en todo esto, es anodina. Puede ser algo tan tonto como una película por ejemplo. Entonces, empiezan a surgir ideas y a multiplicarse sin pudor. El caso es no poder dejar de pensar en como somos y en aquello que genera ser como somos. (Si es que algo lo genera).

Parece pueril que sigamos enfrascados en conocernos cuando nos asalta constantemente la vida, y nos encuentra día a día con otra pueril respuesta: tenemos que sobrevivir.

Y a muchos nos sale bien. Gozamos de una enorme capacidad para hacerlo, e incluso lograr en algunos momentos la más entrañable de las alegrías.

En este y otros intríngulis camino cuando un escritor asalta mi mente.
El escritor era muy jovencito cuando lo leí. Me pareció un autor superdotado. No recuerdo bien el título del libro. Algo de Héroes..., pero me llenó de asombro su afilada rapacidad para con sus personajes. Uno de ellos asimismo escritor me parece recordar. Y malagueño por más inri.
Su libro más difundido se llamaba Coños. Para ser tan joven sus declaraciones sobre que no hay dos coños iguales parecía fuerte. Claro que los creadores tiran de imaginación pródiga.

Aquél libro, me sobrecogió altamente por su impiedad para con el personaje (imaginario o real). Pero me hizo pensar en mi denodada infantilidad en ver en los poetas y escritores, en los músicos y creadores en general, seres libres de toda mácula. Sin embargo lo que él escribía era duro y casi obsceno en su vanidad de joven autor.
Pensé entonces que este chaval en su humana duplicidad a la vez que enamora con su metáfora, incluya una persona envidiosa y débil.

He leído a muchos, y entre ellos no incluyo a este joven por cuestiones de ética. No sé, no acaba de llegarme. Sin embargo hay uno que nos dejó hace unos días que me cautivaba una y otra vez. Me hacia llorar, sentir vergüenza de la humanidad y a la par una enorme admiración por sus personajes tan reales. Ya sufridos, ya enormes en su amor a la vida misma. Sin preguntas pero completos de humanidad. Si por humanidad entendemos superar la vida que se nos ofrece. Si por humanidad entendemos hacer de ella algo digno. Por ser coherentes en otras palabras.

Y sin saber como ni por qué, apareció de pronto en mi cabeza Miguel Délibes.

Qué diferencia en sus obras de las del otro. Si este le da un repaso a todas las fibras del sentimiento humano, aquél otro sólo me hace sentir dudas y rechazo.
Y, si he llegado hasta este ser maravilloso, quiero decirle un: hasta siempre, Miguel.



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