martes, 19 de abril de 2011

Del llanto

Cuando el hombre entró, venía cargado con un servicio a domicilio de mercadona.

Lo hace con la asiduidad que permiten las circunstancias económicas-suficientes para mantener que tengo una buena vida-. Nos conocemos. Hablamos más allá de alguién que presta un servicio y del que lo recibe. Y hablamos de que se había mojado con el chaparrón imprevisto y que justamente también yo me había mojado con otro chaparrón imprevisto al volver de la compra. Y entre chaparrón y chaparrón me dice: pos no lloraba un tío porque no salía no sé que procesión, con un muñequito...
Como si no hubiera motivos pá llorar por el hambre en el mundo, le dije, ni por los niños que se mueren de hambre...
Así estamos, responde. Llorando sin motivos.
Me parece que el mundo no tiene arreglo.
A mi tampoco me lo parece.
Bueno, al menos libra un par de diillas, ¿no?
La próxima semana descansaré unos días.
Bueno, pues que los disfute.
Gracias mujer, desde luego no pienso llorar.
Se lo deseo de todo corazón.
Hasta la próxima.
Será bienvenido.
Y usté, bienhallada.
Felíz semana.
Igualmente.

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