martes, 15 de septiembre de 2009

Oh, que delicia.
El viento de poniente irumpe fresco. No llueve. Pobre Madre Tierra.
Arrugadita de sequedad. ¡Cómo lo siento por tí amada Tierra!

Por mi parte, reconozco que este viento refrescante sabe a gloría.

Y vamos al lío del Montepío. Quiero significar, lo que hoy me induce a escribir en este blog.

No es nada importante. No está destinado a remover conciencias. ¡Estoy cansada de ello!
Para remover conciencias hay expertos etiquetados. Yo soy anónima salvo para los amigos que me aman tal y como soy.

Además mi desconocimiento es tan grande que no sabría atraer ninguna mirada ajena. De interés ni hablamos.

Mi vida transcurre serena. Como la de tantos y tantos seres.
En este nido en el que los días pasan sin más alteración que la natural.
A saber con algún que otro cambio de humor, y, o un dolorcillo que otro. Nada grave.

Podríamos decir que soy una privilegiada. (A no ser por las noticias).

Esas de las guerras, la hambruna, la obviedad nuestra, de todos.

¡Vaya, una más de las que discursea, pero nada hace por cambiar el mundo!

Soy una perla sin ostra y sin mar. Allá quién lo entienda.

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